lunes, 1 de enero de 2018

El ensayo: características generales. Nóminas de autores.

Para la EBAU solo debéis estudiar las características generales del ensayo y el ensayo desde 1975 hasta hoy en día.

Características generales del ensayo
El término ensayo procede de Montaigne, que lo utilizó en sus conocidos Essais (1580).  Ortega  Gasset lo definió como “disertación científica sin prueba explicita”. Contiene desde reflexiones sobre temas diversos hasta comentarios de experiencias personales, opiniones críticas… Por esto el ensayo puede tratar temas de literatura, filosofía, arte , ciencias experimentales, política.
El ensayo es un género en prosa y de carácter divulgativo. Abierto a cualquier tema y tratamiento. Conviene al uso periodístico, científico y humanístico.  A veces el ensayo especializado se aleja  algo de la prosa de divulgación, pero la ausencia de prueba y la subjetividad lo diferencian del texto científico.
El ensayo subjetivo se acerca al texto argumentativo y solo se diferencia de él en la intencionalidad del emisor. El texto argumentativo pretende convencer mediante argumentos, hipótesis o incluso falacias. El ensayista sabe que no cuenta con elementos de prueba, pretende mostrar un conocimiento intuitivo. Desde el principio sabe que no puede convencer aplicando el método científico, por esa razón elige el ensayo y no la prosa científica.
Características del ensayo
El ensayo presenta una extensión indefinida. Puede condensarse en un artículo periodístico (editorial, artículo de fondo) o extenderse a un libro más o menos voluminoso. En sus orígenes era breve, se solían publicar recopilados, incluso con temas diversos. En la actualidad el ensayo puede ser más largo.
El ensayo muestra una visión personal del autor. La apreciación subjetiva, basada en impresiones e intuiciones, desplaza la objetividad de la exposición. La libertad expresiva del género invita a la subjetividad.
EL ensayo se elige para presentar nuevas formas de ver las cosas. No busca las conclusiones del estudio científico. Busca la originalidad, abrir nuevos caminos. Se reflejan actitudes personales del autor, opiniones, gustos, aversiones; se enjuicia desde la perspectiva personal: la opinión del autor es el elemento que da sentido coherente al ensayo; uso constante de recursos argumentativos y dialécticos; reflejo de las circunstancias históricas y vitales que rodean al autor: digresiones, anécdotas, ejemplos…
El ensayo presenta cierto desarrollo asistemático del tema, sin ordenación rigurosa, el pensamiento fluye según el estilo del autor: asociaciones frecuentes, digresiones oportunas… Por otro lado, se caracteriza por ser una exposición sin carácter técnico; sin exhaustividad, sin pretender agotar todos los contenidos y derivados del tema. El objetivo del autor es el de sugerir al lector, incitarlo a la reflexión del tena, de ahí que presente una estructura discursiva abierta: se asocian unas ideas con otras, así como con otras situaciones o temas sobre el asunto en cuestión.
El ensayo se aparta del rigor del trabajo científico en las citas (se cita de memoria, no se presentan las referencias) y en las demostraciones. El ensayista fundamenta s teoría en la experiencia personal y no en el experimento científico. La teoría puede ser válida pero no hay demostración científica.
Cualquier tema puede ser materia de ensayo, desde las disciplinas humanísticas hasta las científicas. Así se pueden tratar temas rigurosos de importancia científica, trascendente, aunque tratados a un nivel más divulgativo y coloquial; temas contemporáneos: asuntos de la vida cotidiana, o de interés actual, al alcance de una mayoría no especializada; temas del pasado actualizados con una perspectiva contemporánea; aportación de ejemplos de la propia experiencia del autor.
El ensayo presenta una extensión variable. Así podemos encontrarnos con colecciones dependientes sobre uno o sucesivos temas; columnas periodísticas, artículos de fondo, estudios monográficos, libros unitarios con uno o varios temas.
El ensayo presenta una intencionalidad estética. Hay una clara voluntad de estilo por parte del autor lo que le lleva a usar recursos literarios: metáforas, antítesis, ironía, interrogación retórica…
El ensayo va dirigido a un lector medio, culto e interesado en el tema, pero no necesariamente especialista.

EL ensayo a principios del siglo XX
El ensayo español alcanza durante el siglo XX su máximo florecimiento, cobrando una gran importancia en la transmisión de contenidos científicos, ideológicos y del pensamiento en general. Adquiere importancia en los autores de la Generación del 98, entre los que destaca Unamuno; en los novecentistas, con Ortega y Gasset a la cabeza; en la gran labor crítica de los escritores de la generación del 27, como Salinas o Dámaso Alonso, o en el interés del pensamiento filosófico y de la erudición tras la Guerra Civil.
Evolución del ensayo hasta el siglo XX
Es en el siglo XVIII cuando podemos hablar del comienzo del género ensayístico tal y como se concibe modernamente. A ello contribuyeron autores tan significativos como Feijoo o Jovellanos. Durante el siglo XIX son muchos los autores que se dedican al cultivo de textos de carácter crítico y polémico, como Juan Valera, Clarín, Galdós o Emilia Pardo Bazán, quienes exponen sus puntos de vista sobre cuestiones de actualidad en periódicos y revistas de la época.
Desde mediados del siglo se van creando las bases de una renovación ideológica de gran importancia que alcanzará su cima con el Regeneracionismo. Se trata de un movimiento de finales del siglo XIX, caracterizado por un espíritu de reformismo pequeño-burgués, que intenta reconstruir España. Para ello se basan en el intento de europeizar nuestra nación y en la adopción de medidas educativas y políticas que sirvan para paliar la decadencia española.
Los autores más importantes son: Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) fundador de la Institución Libre de Enseñanza, en la que puso en práctica las idea sobre la necesidad de renovar el sistema educativo español, y en la que se formaron muchos de los artistas e intelectuales de generaciones posteriores; y Joaquín Costa (1846-1911), quien centró su filosofía en la regeneración por medio de la economía y la enseñanza.
Como precursor ideológico de la Generación del 98 sobresale la figura de Ángel Ganivet, con Idearium español (1897), obra en la que pretende desentrañar la esencia de lo español y defiende la necesidad de una renovación espiritual establecida sobre la tradición nacional.
El ensayo en la Generación del 98
Los temas más tratados por los autores pertenecientes a esta generación son el problema de España y el sentido de la vida. En cuanto al tema de España, buscan un cambio en la consideración del espíritu y del carácter español que se aleje de los tópicos. En cuanto al tema existencial, dirigen sus planteamientos desde perspectivas variadas: la religión, la ética o la filosofía.
El cultivador más importante del ensayo en la Generación del 98 es Miguel de Unamuno. Sus ensayos constituyen una verdadera confesión de su intimidad. Su personalidad fue compleja y llena de permanentes contradicciones. Su dos grandes núcleos temáticos son: el sentido de la vida y su profunda preocupación por España.
En la producción ensayística de Unamuno podemos establecer dos etapas: la primera, hasta 1905, se centra en el intento de europeizar España siguiendo la teoría del Regeneracionismo; y la segunda, a partir de 1905, se estructura en torno a la idea de españolizar Europa.
Entre sus obras destacan En torno al casticismo (1895-1916) en la que se expresa su honda preocupación por el tema de España y expone el concepto de intrahistoria, mediante el cual opone la vida cotidiana del pueblo a la historiografía oficial con sus grandes fechas y nombres. Son también importantes Vida de Don Quijote y Sancho (1905), en la que se exalta la figura del personaje cervantino. La agonía del cristianismo (1924) y Del sentimiento trágico de la vida (1913), en la que se plantea la cuestión de la inmortalidad.
Los rasgos característicos de sus ensayos son: una estructura de diálogo mediante preguntas y respuestas, la presencia de metáforas, parábolas y paradojas, la utilización de interrogaciones retóricas y la búsqueda de un lenguaje preciso y antirretórico.
José Martínez Ruiz, Azorín, cultivó el ensayo en obras como: los pueblos (1905), La ruta de Don Quijote (1905), Castilla (1912) o Al margen de los clásicos (1915). En ellas pone de manifiesto su estilo personal, caracterizado por la sencillez y la precisión, junto con el empleo de frases breves y de una gran riqueza léxica. Sus tres temas fundamentales son: el tiempo y las meditaciones acerca de la fugacidad de las cosas, el paisaje de España, descrito con gran lirismo y emotividad y la literatura.
Pío Baroja criticó de forma constante la crueldad, la estupidez y la maldad de la sociedad del momento. De carácter ensayístico son sus libros de memorias Juventud, egolatría (1917) y Desde la última vuelta del camino (1943-1949), en el que se incluye ensayos, biografías y diferentes artículos periodísticos.
Antonio Machado sobresale como ensayista con su obra Juan de Mairena, donde expone sus ideas estéticas, religiosas y filosóficas.

El Novecentismo. Ortega y Gasset
Los autores de este grupo presentan una sólida formación intelectual como consecuencia del interés que despiertan en ellos las aportaciones europeas concernientes a todos los ámbitos del saber. Durante los años previos a la Guerra Civil, el ensayo mantiene el esplendor alcanzado en la etapa anterior, incluso, experimenta un aumento cuantitativo y cualitativo. Consideran que el intelectual ha de adoptar una postura comprometida con la sociedad interviniendo de forma constante mediante artículos, conferencias, etc., por lo que el ensayo constituye el cauce óptimo para la transmisión ideológica.
José Ortega y Gasset (1883-1955) es una de las figuras más relevantes de la filosofía y del pensamiento español del siglo XX. Con él, el ensayo alcanza en España su máxima expresión. Ortega fue un profundo conocedor de las culturas francesa y alemana y poseía una sólida formación clásica. Los textos orteguianos se diseminan en múltiples publicaciones de carácter periódico, tales como El Sol o la Revista de Occidente, fundadas y dirigidas por él.
Dentro de su producción ensayística cabe distinguir dos etapas: en la primera, hasta 1915, muestra una clara intención literaria en su estilo, y en la segunda, presenta mayor contención en la forma.
Dentro de su filosofía, cabe señalar el interés que adquieren la idea de circunstancia, expuesta desde su primera obra Meditaciones del Quijote (1914), y el concepto de perspectivismo, según el cual las concepciones del mundo varían en función del punto de vista empleado. La preocupación por España constituye uno de los móviles de su pensamiento. Para Ortega el problema de España se basa en la inexistencia de minorías selectas y en la rebeldía anárquica de las masas.
En cuanto a la estética, defiende que el arte debe abandonar los temas humanos (deshumanización) y tender a un estilo artificioso, alejándose de las masas, pues el arte es para las minorías. Su prosa es de gran belleza y suele introducir abundantes figuras retóricas. Sus escritos se caracterizan por un estilo oratorio en el que predominan las construcciones paralelísticas, las frases melódicas y el lenguaje metafórico. En el léxico, combina la presencia de cultismos, tecnicismos y préstamos de otras lenguas con expresiones coloquiales.
Entre sus obras más importantes destacan: La España invertebrada (1921), en la que expone sus teorías sobre la decadencia española; La deshumanización del arte (1925), libro que se convirtió en uno de los más importantes e influyentes del momento; Ideas sobre la novela (1925), la rebelión de las masas (1930); y Estudio sobre el amor (1940). Merece especial mención la recopilación de los ocho volúmenes de El espectador (1916-1934) en los que introduce temas diversos caracterizados por su actualidad.
Otro ensayista significativo fue Eugenio D´Ors (1882-1954). Cultivo, fundamentalmente, la glosa, esbozo de un pequeño ensayo que surge a raíz de alguna anécdota o hecho de tema literario, artístico o político.
Su primera obra, el Glosari (1906), constituye una recopilación de glosas publicadas en periódicos. Otros títulos significativos son: Tres horas en el Museo del Prado (1912) y Estudios sobre morfología cultural (1928).
Gregorio Marañón (1877-1960), además de eminente médico, fue uno de los ensayistas españoles más destacados. En su estilo se entremezclan la prosa de erudición, la exposición científica y la prosa literaria. Son importantes sus interpretaciones de la Historia y los mitos literarios. Destacamos entre otros títulos Tres ensayos sobre la vida sexual (1926) y Don Juan. Ensayo sobre el origen de su leyenda (1940), curiosa interpretación del personaje al que considera poco masculino.
El ensayo y la crítica en la Generación del 27
El ensayismo de carácter literario adquiere especial relevancia en la Generación de 1927, ya que casi todos los integrantes de este grupo colaboraron en diferentes revistas. En el período anterior a la Guerra Civil adquieren gran importancia tres revistas que sirven de vehículo del pensamiento de la época, y por tanto, del ensayismo:
·         La Revista de Occidente (1923-1936) fundada por Ortega, que tiene un marcado carácter europeísta.
·         Cruz y Raya (1933-1936), que reflexiona sobre diversas cuestiones de carácter nacional. Sus temas son el arte, la política, la literatura y la religión. Entre las figuras vinculadas a ella encontramos a José Bergamín, su fundador.
·         La Gaceta Literaria (1927-1931), que presenta un marcado carácter informativo. En ella se aúnan las novedades de carácter europeísta con la tradición española. Destaca la figura de su fundador, Ernesto Giménez Caballero.
El ensayo desde mediados del Siglo XX
La Guerra Civil supuso para muchos intelectuales cercanos a la República el exilio. Esto provocó un gran vacío en el género ensayístico de posguerra. En los años cuarenta apena existen más que aquellas obras de autores afines a las doctrinas del régimen franquista. Tan solo se perciben ligeros intentos por reanudar una labor intelectual de carácter liberal y europeísta en algunos pensadores que creían en la necesidad de un contacto con el pensamiento y la cultura europeos.
El ensayo desde los años cincuenta hasta la democracia
Durante estos años el ensayo deriva hacía unas formas que han difuminado aún más las características específicas del género. Este hecho se produce como consecuencia de la publicación de numerosos ensayos relacionados con muy diversos campos del conocimiento. De ahí que los límites entre el ensayo, la investigación científica, la erudición y la crítica sean muy indefinidos.



TEMAS Y OBRAS ENSAYÍSTICAS

El pensamiento filosófico
X. Zubiri, Naturaleza, Historia, Dios (1942); Pedro Laín Entralgo, España como problema (1949); J. Luis López Aranguren, Ética (1958), Moral y  sociedad (1965); Julián Marías, Ensayos de convivencia (1955), Los españoles (1962)

La Historia y la Sociología
José Antonio Maravall, Teoría del saber histórico (1958); Julio Caro Baroja, Los vascos (1949), Las brujas y su mundo (1961), Vidas mágicas e Inquisición (1967)

La crítica y la historia literaria
Rafael Lapesa, Guillermo Díaz Plaja, Martín de RIquer, Alonso Zamora Vicente, E. Alarcos Llorach,F. Lázaro Carreter, Carlos Bousoño.

Entre los autores mencionados destacan:
  • Pedro Laín Entralgo (1908-2001). Evolucionó ideológicamente desde posturas falangistas hasta la defensa de un liberalismo de raíz humanista. Su preocupación por el perfeccionamiento del ser humano y sus estudios sobre la relación entre el conocimiento científico y humanístico constituyen los temas predominantes de muchos de sus libros. Asimismo, la preocupación por España y sus análisis literarios forman parte de su amplia obra, entre la que se encuentran títulos como La generación del 98 (1945), España como problema (1957) y Descargo de conciencia (1976), memorias que analizan su pasado de modo crítico.
  • Julián Marías (1914-2005), discípulo de Ortega y Gasset, y abanderado del liberalismo incluso en los tiempos más duros del franquismo, divulgó al obra de su maestro en libros como Ortega y la idea de la razón vital (1949). Especial difusión han tenido las sucesivas ediciones de su Historia de la filosofía (1940) y otros libros de filosofía como Antropología metafísica (1970). El tema de España también ocupa muchas de sus páginas (La España inteligible, 1985), pero en sus libros y en sus artículos periodísticos también se pueden rastrear sus opiniones políticas, sus gustos literarios y cinematográficos y sus análisis sociológicos: La educación sentimental (1992), Tratado de lo mejor. La moral y las formas de la vida (1995).
  • José Luis López Aranguren (1909-1996) fue también un ensayista de amplia temática y de gran repercusión en el período que nos ocupa. Sus ideas sobre religión y moral, recogidas en títulos como Catolicismo día a día (1955) y Ética (1958), se caracterizan por su espíritu abierto y tolerante. En los últimos años, sin embargo, su inmersión en los problemas más contemporáneos (la ecología, el marxismo, el feminismo, etc.), realizada con  ese mismo talante, le convirtió en una referencia incuestionable del progresismo social y político.  También son relevantes sus estudios literarios, dedicados a San Juan de la Cruz o a La Regenta. Algunos de sus análisis se recogen en Crítica y meditación (1957) o Estudios literarios (1976).
  • Enrique Tierno Galván (1918-1986), intelectual prestigioso y comprometido, destacó por su labor científica y académica. Su gran formación humanística le encaminó al campo de la sociología (Introducción a la Sociología, 1960), pero también al análisis cultural y literario, recogido en libros como Humanismo y sociedad (1964) y La novela picaresca (1970). En sus últimos años de vida, su dedicación  la política hizo de él una figura polémica y popular, sobre todo en su período como alcalde de Madrid.
Por lo que se refiere al ensayo hispanoamericano, se desarrolla una actitud antinorteamericana, que trata de buscar lo autóctono apoyado por la actitud y la cultura españolizante. Se produce un acercamiento ideológico y temático entre los escritores españoles y los hispanoamericanos, gracias, sobre todo, a los exiliados españoles, que llevan una cultura más desarrollado a países como Cuba, Argentina, Chile…
Destaca Alfonso Reyes, mexicano, es el ensayista moderno hispanoamericano que primero destacó la importancia de los pueblos en relación con sus propias culturas indígenas. Octavio Paz, mexicano, es otro de los ensayistas hispanoamericanos, en temas muy diversos: la poesía, la prosa, la soledad, el amor…
El ensayo desde la democracia
Tras el apogeo del ensayismo  político y social del período de la transición, son varias las tendencias temáticas dominantes:
·         La reflexión ética continúa siendo constante en los grandes ensayistas. La desideologización de la sociedad, la pérdida de influencia de la religión sobre el comportamiento moral, los desafíos de los nuevos modos de vida derivados de la tecnificación y la fragilidad de las relaciones humanas han causado una transformación ética tan grande que el lector requiere guías, fórmulas e ideas nuevas con las que enfrentarse a esos problemas.
·         El poder  de los medios de comunicación y su influencia sobre la formación han creado en la práctica un género ensayístico propio que analiza continuamente el papel de los medios en la vida humana.
·         La sociedad de consumo, las nuevas formas de ocio, la mercantilización de la cultura, el sometimiento de esta a las directrices ideológicas y económicas de las grandes empresas y el análisis de los fenómenos de masas ocupan también un lugar importante en el ensayo contemporáneo.
En cuanto al estilo, el ensayismo moderno se ha decantado, en general, por un lenguaje sencillo y comprensible para el lector común. En esta adopción ha influido el hecho de que buena parte del ensayo nace en el medio periodístico, que es el vehículo más inmediato, rápido y eficaz para la transmisión de ideas.
Algunos autores y títulos de ensayos actuales son: Eugenio Trías, Tratado de la pasión (1980); Salvador Pániker, Aproximación al origen (1982); I. Gómez de Liaño, El idioma de la imaginación (1983); Fernando Savater, La tarea del héroe (1982) y Ética para Amador (1991); Carmen Martín Gaite, Usos amorosos de la postguerra española (1987); Félix de Azúa, Diccionario del aire (1995); José Antonio Marina, La inteligencia fracasada: teoría y práctica de la estupidez (2004); y Luis Rojas Marcos, Las semillas de la violencia (1995).
Además, aparecen casi diariamente en diversos periódicos y suplementos semanales autores como: Juan José Millás, Soledad Puértolas, Lindo, Javier Marías, Manuel Viçent, Julio Llamazares, Antonio Muñoz Molina, Arturo Pérez Reverte…
Entre los autores actuales cabe destacar los siguientes:
·         Antonio Muñoz Molina. Ensayista y novelista que muy pronto entró en la Real Academia Española, con solo 40 años de edad. Reivindica sobre todo el papel del escritor comprometido con los problemas de su tiempo, expresando sus opiniones sobre diversos temas actuales, al margen de cualquier ideología política dominante. La realidad de la ficción (1993) son cuatro ensayos sobre el oficio de contar. ¿Por qué no es útil la literatura (1994) escrito junto al poeta García Montero, constituye una diatriba contra la ignorancia y en defensa de la literatura y de la instrucción pública. Todo lo que era sólido (2013) análisis de la actual crisis a través de lo ocurrido en  el terreno político y económico en España desde la llegada de la democracia.
·         José Antonio Marina (1939) destacan sus ensayos relacionados con la enseñanza en nuestro país. Su objetivo es conseguir una “movilización educativa” cuyo propósito es involucrar a toda la sociedad española en la tarea de mejorar la educación mediante un cambio cultural que aproveche la preocupación, la generosidad, la energía y el talento de miles de personas dispuestas a colaborar. Así ha creado la Universidad de padres on line, cuyo lema es “para educar a un niño hace falta la tribu entera”. La educación del talento (2010), El cerebro infantil. La gran oportunidad (2011), Los secretos de la motivación (2011), Despertad al diplodocus (2015).

·        Elvira Lindo (1962) En el año 2000 comenzó a colaborar en el periódico El País con su columna veraniega titulada Tintos de verano en la que caracterizó su vida de intelectual progre, crónicas que después han sido publicadas en forma de libros (Tinto de verano, El mundo es un pañuelo —Tinto de verano II— y Otro verano contigo). En la actualidad, Elvira Lindo sigue publicando una columna dominical titulada Don de gentes y que se empezó a publicar en 2001. En noviembre de 2011 publicó Lugares que no quiero compartir con nadie, un libro en el que relata sus reflexiones y vivencias en Nueva York. Entre 2010 y 2012 se unió al equipo de Asuntos Propios, programa radiofónico diario dirigido por Toni Garrido. Cada miércoles la escritora "elegía su propia aventura" comentando noticias curiosas y de poca repercusión pero de gran relevancia. Actualmente colabora en la Cadena SER en el programa La Ventana dirigido por Carles Francino.
  • Juan José Millás (1946) Al principio de los años 90 comenzó su labor periodística en El País y en otros medios de comunicación. Juan José Millás es el creador de los «articuentos». El nombre pretende subrayar su peculiaridad principal: se trata de artículos de opinión porque aparecen como tales en la prensa, no en balde se ocupan de lo que ocurre en España y en el mundo. Pero, por sus características, están más cerca de los textos de ficción, de la fábula o del microrrelato fantástico. Su objetivo es siempre mostrar el revés de la trama, lo verdadero y lo falso. El pensamiento, presentado a través del humor, la paradoja o la ironía, acaba por engullir la noticia, de modo que en su destilación final sólo queda una lúcida visión crítica de la realidad. 











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